Francisca Méndez López pasea cada semana con su hija, Carmen Ocaña, a la vez socia de nuestra entidad, por la calle Sierpes y hace una parada en nuestra sede donde el retrato del benefactor de la Casa le trae recuerdos de su niñez que ha querido compartir con nosotros
Don Ignacio Sanz Escobedo, hijo del benefactor de nuestra sede social en Sierpes, siempre fue “una persona muy respetuosa y apreciada por todos”. Así lo cuenta Francisca Méndez, madre de nuestra socia Carmen Ocaña, cuyo testimonio nos permite hacer un viaje al pasado, y rememorar los orígenes de la relación entre la familia Sanz Escobedo y el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla.
Hija de Guardia Civil, Francisca conoció a nuestro protagonista a través de la relación, laboral y de amistad, que mantenía su padre Isidoro con Ignacio ya que estaba destinado en Brenes y allí eran donde este último tenía dos cortijos: El Cerro y La Gloria.
A pesar de su importante patrimonio, Sanz Escobedo llevaba una vida humilde. Así, no es de extrañar que Francisca recuerde cómo D. Ignacio disfrutaba de las matanzas de cerdos que se llevaban a cabo en la casa familiar. “Era un hombre de campo, cercano y trabajador”, asegura.
En este punto cabe recordar los orígenes que unen a la familia con el Círculo Mercantil y que son los que posibilitaron en su día que hoy nuestra sede este ubicada en el número 65 de la calle Sierpes.
D. Ignacio Sanz Valdecantos, padre de nuestro biografiado, viajó desde Soria en busca de nuevas oportunidades y, con mucho trabajo, gracias a los tratos y transacciones bien cerradas, lograron amasar una riqueza que le colocó en muy buena posición entre los círculos de negocios sevillanos de la época que le posibilitaron adquirir la Casa. Una posición que heredó y continuó su hijo Sanz Escobedo.
En 1900 con José Montes Sierra como presidente la entidad decide instalarse en su actual ubicación, aunque no sería hasta 1956 bajo la presidencia de Pedro Gutiérrez Calderón cuando se apruebe el contrato de venta del local social entre este presidente e Ignacio Sanz Escobedo. Una generosa donación- venta a precio simbólico- que la familia Sanz Escobedo hizo en gratitud al Círculo que tanto les había dado en el desarrollo de sus actividades profesionales a él y a su padre. Nuestro personaje siempre estuvo vinculado a nuestra institución, asumiendo distintas funciones como directivo, entre ellas, la de bibliotecario.
Recuerda Francisca que D. Ignacio empezó viviendo en la calle Cuna, manteniendo una estrecha relación con su familia, en especial, con su padre. Cuando disponía de algún momento de respiro, le gustaba desayunar, con el progenitor de Francisca, en casa Calvillo. “Cuando nos veía pasar por delante del Círculo, salía corriendo a saludarnos para invitarnos”, recuerda. Aunque se mantuvo soltero y nunca tuvo hijos, “le encantaban los niños”, asegura Francisca.
Nuestra entrevistada destaca el carácter cercano y poco presumido de Sanz Escobedo, siendo siempre un hombre ligado a sus raíces y a sus amigos, con los que compartía una vida de lo más normal, sin ningún atisbo de ostentación.
Gracias al trabajo y esfuerzo de D. Ignacio, nuestro benefactor consiguió tener una fortuna, sin dejar de ayudar a nuestra centenaria entidad. “Siempre fue un ser espléndido que necesitaba ayudar a los demás, en especial a la juventud”, nos cuenta Francisca. Entre algunas de las ayudas que ofreció al Mercantil, estuvo la constitución de la Fundación Sanz Escobedo que posibilitó, a través de unas becas de estudios, costear la educación de empleados e hijos de socios humildes y asistir al amparo de los que atravesaban situaciones difíciles.
Desde el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla, agradecemos la interesante colaboración de Francisca, con la que hemos rememorado los orígenes de nuestra entidad, poniendo de manifiesto, una vez más, la interesante personalidad de nuestro bienhechor D. Ignacio Sanz Escobedo.