El pasado sábado, la sección de senderismo realizó este sendero estrella de la provincia malagueña, muy disfrutado por todos los participantes.
Este mes de diciembre la sección de senderismo, dirigida por Tato, ha realizado esta conocida ruta tras un par de años de intentos por conseguir entradas. Como cada mes, nuestro guía nos cuenta la extraordinaria experiencia vivida:
La salida se programó para las 7.00 por la distancia a la que se encuentra de Sevilla, con el tradicional desayuno en ruta.
Llegando a la zona de los tres embalses, el Guadalteba, el Conde de Guadalhorce, y el Gaitanes, este último el que discurre por el interior del desfiladero de los Gaitanes y para el que se hizo la plataforma de El Caminito del Rey, vamos observando las imponentes moles calizas que constituyen lo que se conoce como El Chorro.
El autobús nos desembarcó frente al bar "El kiosko", junto al que un corto y ancho túnel nos trasladaría de la orilla del embalse y la carretera al interior de un frondoso pinar. Es en este punto donde comenzamos a caminar.
Al principio sólo llama la atención la vista entre los árboles de las primeras curvas de la lámina de agua del Gaitanejo. Luego, las paredes de arenisca llenas de cuevas, abrigos y mil oquedades diseñadas por la erosión de milenios y aprovechadas, muchas de ellas, como habitáculo por los humanos de la edad del bronce que vivían aquí, nos hacen levantar la vista hacia el Cerro del Convento, cima que ya conocimos hace un par de años y llamada así por una gran formación rocosa que la corona y que recuerda vagamente la apariencia de ese edificio.
Alcanzamos la entrada del Caminito donde vamos al servicio (dentro no se puede) y nos dan un casco de obra a cada uno, además de asegurarse que tenemos las correspondientes entradas.
El primer tramo de pasarela ya nos deja con la boca abierta: Con una anchura que casi nos permite tocar la pared de enfrente con las manos, o eso parece, tenemos el curso del agua a unos 20 o 30 metros debajo nuestra. De aquí salimos a un sendero normal en un vallecito intermedio hasta llegar al segundo tramo, el más espectacular: comienza con un pequeño balcón de suelo de cristal en dónde te ves colgando en el vacío. Luego la pasarela se va aproximando al famoso puente, realizado con una reja metálica con lo que es el lugar más expuesto, sobre todo si sopla algo de viento, como fue el caso.
Desde ahí ya la salida a través de unas escaleras colgadas de la pared y a la salida. Aquí aprovechamos una zona plana con eucaliptos para reponer fuerzas y ya, tras soltar los cascos en la oficina, nos tomamos un café en la cantina de la estación antes de volver al bus y con él a Sevilla.