Nuestro grupo de senderistas completó con éxito el pasado sábado la ruta en el enclave gaditano acompañados de nuestro habitual guía con un inesperado protagonista que actuó de guía auxiliar durante el recorrido.
El pasado sábado realizamos la segunda ruta de senderismo del año, tras haber visitado en enero la primera salida una decena de pueblos, entre ellos Pruna, Algámitas, Olvera, pertenecientes a tres provincias distintas.
Esta vez, nos reencontramos con un viejo conocido cuyo sendero tuvimos el gusto de disfrutar hace ya once años, la ruta del Valle del río Miel. El río de la Miel, que nace en las laderas altas de la sierra de la Luna, tiene su entrada como sendero en la barriada algecireña de El Cobre. Así nos cuenta el transcurso de la jornada nuestro guía José, ‘Tato’:
“A las 7 de la mañana en punto salimos para llegar, aprovechando por primera vez la liberalización de la autopista de Cádiz, al punto de inicio en la barriada algecireña de El Cobre, antes de realizar un breve descanso cerca de Alcalá de los Gazules.
El comienzo, por suaves pistas de tierra que van al sendero oficial del río, lo abandonamos pronto para coger pendiente y poder acercarnos a las vistas magníficas sobre la bahía de Algeciras y el peñón de Gibraltar. Lástima que, con el nublado sobre el Estrecho, contemplar África resultó imposible.
Tras unos kilómetros de subida para deleite de unos y sufrimiento de algún otro, dejamos atrás la ancha pista por una fina senda que nos introduce en un increíble bosque húmedo de musgo, helechos, rododendros, alcornoques entre rocas enormes.
En todo este tramo, el único niño del grupo, Guille, de 9 años, se descubrió como guía auxiliar, papel que ya no dejaría hasta llegar de vuelta al autobús. Con sus propios walkies no paraba de animar, anunciar pasos difíciles, preguntar cómo iban atrás, etc... Todo un personaje.
Una vez en la parte más alta del trazado, en Puerto la Higuera, seguimos una pista suave que nos acercó al inicio del sendero de bajada por la ladera izquierda. Una vez que conseguimos bajar esta parte de cierta intensidad que nos permitió llegar al cauce para ver el punto más atractivo (y fotografiado) del valle, la cascada de la Chorrera, volvimos a las pistas iniciales y el autobús”.