"GRACIAS. Por toda la vida que he tenido aquí, por las vivencias, por el homenaje, por la trayectoria que tiene, por la labor que hace esta Entidad. Todo eso es de agradecer".
"Para hablar de D. Andrés Segura Benítez hay que hablar de Triana. Se puede ser trianero y no nacer en Triana, en este caso Andrés es trianero de raza, pero además de cuna, porque lleva en el alma la esencia trianera desde que nació, en plena calle Betis, frente a la cual ansía que algún día se rinda homenaje al Puente de Barcas, al que nunca conoció pero al que conoce como si lo hubiera construido".
Así daban comienzo las palabras que el pasado 11 de abril pronunciaba el presidente del Círculo Mercantil e Industrial, Práxedes Sánchez Vicente para hacer referencia a uno de los Socios de Honor que cumplieron en el año 2014 sus cincuenta años de antigüedad en la Entidad.
Siente devoción por su ciudad, una Sevilla de la que descubrió hasta el último rincón desde joven. Precisamente, "Triana en la baja Edad Media" es el libro que trae bajo el brazo el día de este encuentro, lo que reafirma ese enamoramiento tan especial de Andrés por Sevilla. Ese mismo sentimiento fue el que en el año 2012 le hizo impulsar la fundación de la Asociación "Puente de Barcas" en una reunión entre cinco amigos en la ya desaparecida confitería Filella. Ahora son dieciocho socios y expusieron la maqueta de la escultura en el patio de Sierpes el pasado mes de abril. Con ella pretenden rendir tributo a este puente que un día fue seña de identidad de Sevilla.
Pero la vida que iniciaba en "el Círculo", como él lo llama, daba comienzo en octubre de 1964. Curiosamente, fue su afición por el billar lo que motivó su entrada.
"De joven me entusiasmé con un compañero del banco por el billar. Un día me empezó a enseñar en "Billar de Sevilla", en la Magdalena (...) El jefe de valores del mismo banco que era socio del Mercantil se enteró que me había aficionado a este deporte, me invitó a empezar a venir al Mercantil y me hizo socio". Se acostumbró a frecuentar tanto la Casa de Sierpes que aprovechaba las visitas para ir a la peluquería que había en la Sede y limpiarse los zapatos con el betunero. "Sábados y domingos siempre esa era su rutina".
El primer recuerdo de Andrés es el de la familiaridad que había nada más entrar. "Entrabas y veías a gente conocida en un ambiente afable y agradable". Aunque reconoce que las épocas han cambiado, recuerda que en sus inicios "la sala de billar tenía cuatro mesas y había un ordenanza para atender a los socios que jugaban en cada una de ellas: si se te apetecía un café le dabas a un timbre, venía el camarero y te subía el café. Si era una hora en la que ya no había café te tomabas cualquier otra cosa que te apeteciera y con la tapa correspondiente. Y esta atención hacia los socios no solamente era en el billar que era lo que más a menudo vivía, sino que te ibas a cualquier sala del Mercantil, de lectura, el tresillo y era exactamente igual".
Recuerda con mucho cariño alguna Semana Santa en la que traía a sus padres para disfrutar del paso de las cofradías por la fachada de Sierpes. Antiguamente una de las actuales salas de exposición, abierta entonces a la calle, servía de escaparte mientras los socios tomaban un aperitivo y Andrés gustaba compartir estos momentos con su familia.
Su primera copa, ganada en estas instalaciones en 1969, la atesora con especial cariño en la vitrina de su casa. Y a esa la acompañan muchas otras, ganadas también practicando el billar. Y algún jamón ha ganado también gracias a hacer carambolas que quiso compartir sobre la marcha aquí mismo, en el Mercantil con todos los participantes. Así es Andrés, generoso hasta con el jamón.
Aquí tiene su taquera, todo un símbolo de una afición que le llevó hasta aquí, arrastrando también a su familia, que se mantuvo fiel a este centro desde entonces. Porque aunque el billar le apasiona, la mayor afición de Andrés es su familia, a la que se ha entregado desde siempre. Ya son tres generaciones de socios. Él, su mujer, sus hijos y ahora sus nietos pertenecen al Mercantil, al que han convertido en un referente familiar, donde celebrar encuentros, fiestas, cumpleaños y compartir momentos especiales para todos. Un lugar donde han celebrado comuniones, donde presentó Andrés su primer libro, sobre la catedral de Triana, Santana, donde acude a disfrutar de los campanilleros en Navidad y, por supuesto, donde sigue jugando al billar con otros socios y amigos.
Y en ese mismo lugar , el pasado 11 de abril la emoción lo desbordó. "Al principio sentí un agradecimiento al detalle que se hacía hacia mi persona por parte de la Entidad. Cuando ya empecé a ver la sorpresa que me tenían reservada entre mi familia y ustedes aquello fue ya vibrante, me brotaban las lágrimas y no podía evitarlo". Considera que este tipo de actos crean un fuerte sentido de pertenencia. "Para mí este acto ha sido una de las mejores cosas que yo he experimentado en el Mercantil. Se funde el agradecimiento a la Entidad hacia esas personas que llevan cincuenta años pero es que también hay de vuelta un agradecimiento de la persona al recibir ese homenaje. El acto que se hizo aquí el pasado 11 de abril merece que quede en los anales y la historia del Círculo y que siempre se recuerde".
No queremos despedirnos de Andrés sin preguntarle cómo augura el futuro de una institución cercana a cumplir sus ciento cincuenta años de historia. "Veo los cimientos muy sólidos. Quisiera aprovechar esta ocasión para felicitar a la Directiva por la obra que se ha hecho en las instalaciones deportivas, aquello es un verdadero lujo, cómo ha quedado es una maravilla. No existe en otros clubes conocidos de Sevilla". Además continúa este discurso haciendo mención a la necesidad de crear un movimiento para que al Mercantil se le diera una distinción en Sevilla por la labor cultural que está desarrollando. "Además de la medalla de la ciudad debería haber un agradecimiento no sólo del ayuntamiento sino de comercios, entidades, establecimientos... Por cómo se está llevando la cultura en esta Entidad. No hay un mes que no haya algo. Incluso en verano. Por lo que creo que hay que agradecerlo no sólo con la medalla que ya tiene".
Para terminar esta agradable conversación pedimos a este gran Socio de Honor que resuma el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla que prácticamente lo ha visto nacer con una palabra: "Sólo puedo decir: GRACIAS. Por toda la vida que he tenido aquí, por las vivencias, por el homenaje, por la trayectoria que tiene, por la labor que hace esta Entidad. Todo eso es de agradecer".