La sección de senderismo del club superó el viento de levante y disfrutó de playas paradisíacas, historia y compañerismo en su travesía costera del mes de septiembre
La sección de senderismo del Círculo Mercantil culminó con éxito su travesía del pasado 23 de septiembre, en una ruta que llevó a los participantes desde Bolonia hasta Zahara de los Atunes. Aún teniendo reservas sobre las condiciones atmosféricas, que incluían un fuerte viento de levante, la jornada se desarrolló sin incidentes, ofreciendo a los senderistas una gran experiencia en algunos de los parajes costeros más espectaculares de la península ibérica.
La jornada comenzó puntualmente con la totalidad de los asistentes inscritos, quienes disfrutaron de un delicioso desayuno en la venta Pinto de Vejer antes de iniciar la ruta. La playa de Bolonia fue el punto de partida, y los participantes llegaron a este lugar alrededor de las 10 de la mañana, tal como estaba previsto.
Durante el recorrido, los senderistas tuvieron la oportunidad de pasar junto a las impresionantes ruinas del puerto atunero romano de Baelo Claudia. A pesar del gran interés que despertó este sitio histórico entre algunos de los participantes, el cronograma ajustado de la ruta no permitió una parada más prolongada.
El siguiente punto del camino llevó a los participantes a la famosa duna móvil que se encuentra sobre la punta del Camarinal, desde donde disfrutaron de vistas panorámicas espectaculares de las canteras que hace dos mil años proporcionaban la piedra para la construcción de la ciudad. En la cima de la duna, las cortinas de arena flotante crearon imágenes que parecían “irreales”, como reconoce nuestro guía Tato que estuvo acompañando al grupo todo el recorrido.
Continuando la travesía, los senderistas se refugiaron del viento en un frondoso pinar y luego tomaron una pista que los llevó al imponente faro del Camarinal, ubicado en una de las antiguas torres vigía o albarranas. Desde allí, descendieron hacia el arenal de los Alemanes, dando inicio a la parte más emocionante de la marcha: caminar por la playa.
Al pasar la Punta de la Plata, que actuó como un escudo natural contra el viento al comienzo de la playa de Atlanterra, los senderistas aprovecharon para disfrutar de un merecido descanso. Aquí, el grupo hizo la parada para comer y también “para darse un baño en un mar de un color y transparencia caribeños”, asegura Tato. A pesar de la frescura del agua, con una temperatura de 19ºC, casi todos los participantes se animaron a darse un chapuzón.
El pueblo de Zahara marcó el final de esta ruta, donde los senderistas concluyeron su jornada de exploración. Frente a unas merecidas cervezas, los participantes esperaron al autobús que los llevó de regreso a las puertas del club.