El 19 de marzo de 1928 un joven botones del Centro Mercantil, Antonio Aguilar Ortega, encontró a las puertas de la sede de Sierpes a un bebé recién nacido. Un suceso que despertó la solidaridad de los socios y que se extendió por toda la ciudad. Hoy ese niño tendría 90 años y en el 150 Aniversario de la entidad recuperamos la historia gracias a su hija y al socio Rafael Sánchez Pérez.
Inauguramos esta sección de “Historias y Personajes del 150 Aniversario” con un suceso que recorrió las portadas de toda la prensa nacional en marzo de 1928 que estuvo marcado por la generosidad de nuestra institución: un joven quinceañero, botones del que era entonces Centro Mercantil, Antonio Aguilar Ortega, recogió de las puertas de Sierpes a un bebé que se dio a conocer como “el niño del Mercantil”.
Esta historia llegó a nuestros oídos a través de la hija del botones, Mariola Aguilar, que generosamente quiso compartirla para que se diera a conocer en el aniversario de nuestra institución. Nuestro socio, Rafael Sánchez Pérez colaboró altruistamente en recabar documentación de este caso y a él debemos también poder conocer con datos y en profundidad lo que supuso este acontecimiento para los socios, que demostraron una explosión de generosidad desde el momento en que ocurrió, hasta tal punto que se abrió una cartilla de ahorros para el pequeño y el conserje encargado de la zona de billares de la entidad se ofreció a prohijar al niño.
Esta es la crónica del socio Rafael Sánchez Pérez:
“A paso ligero recorrí ilusionado la calle Sierpes. Cuando quise darme cuenta ya había entrado en la histórica sede del Círculo Mercantil. Mientras subía animado las escaleras, iba pensando en la inolvidable experiencia que había vivido y compartido: la ilusión de mi hija. Aún recuerdo el brillo de sus ojos cuando la sorprendí con tan deseada noticia. Había sido agraciada en el sorteo para participar en la cabalgata de reyes representando a su Club. Sí, porque de ella partió el interés por presentar la solicitud. Justo ahora cuando se cumplían los 150 años desde la fundación del Círculo Mercantil e Industrial. Ella, representaba la cuarta generación de los Sánchez – como aún recuerdan a mi abuelo (Antonio), a mi padre (Rafael) y a mi tío Enrique.
Todos estos pensamientos recorrían mi imaginación cuando subí a preguntar por las fotos de la recién celebrada cabalgata de reyes. Era, en ese momento, un padre orgulloso. Había tenido la inmensa fortuna de vivir esa emocionante experiencia. Una experiencia que me unió, aún más, a mi hija. Una experiencia que generó una gran ilusión en el resto de la familia. Mientras se mostraban las fotografías ante mis ojos, iniciamos una conversación sobre la celebración de los 150 años del Mercantil. Decidí continuar implicándome en los actos programados y me comprometí a recopilar anécdotas y recuerdos que pudiesen ser de interés para el resto de los socios.
En ese momento, se incorporó con naturalidad a la conversación el enigmático suceso de la aparición de un niño, más bien un bebé, de pocos días en la puerta del Mercantil que daba a la conocida en su época como calle Mozas. Sin dudarlo un momento, quizás prometiendo algo que no estaba seguro de conseguir, me ofrecí para descubrir todos los detalles del caso. Pero en el aquel instante no era consciente, ni lo soy aún ahora, de la forma que se iba a imbricar en mi quehacer diario el casi olvidado episodio. Es el inicio de un viaje sin destino pero que siempre nos llenará de experiencias apasionantes. Me despedí confirmando que me llevaba dentro la misión de documentar y resolver el caso.
Un hecho, aún más interesante si cabe, por su vinculación a los ideales que siempre han acompañado a la entidad. Esos ideales que en ese momento brotaron del más humilde de los empleados del Círculo Mercantil. Humilde por su edad, quince años, y humilde por su puesto: botones. Sí, botones. Un botones ataviado con un elegante uniforme del que se sentía profundamente orgulloso. Esa misma mirada de orgullo que el gran fotógrafo de la época, Serrano, captó e inmortalizó para siempre. Una mirada segura y generosa, poco común para un muchacho de su edad. La noche del 19 de Marzo de 1928, como era costumbre, Antonio se dispuso a cumplir rápidamente con los últimos recados del día. Era tarde y reinaba cierta calma en la estrecha calle por la que comunicaba la puerta de servicio. Su fino oído- siempre le apasionó la música- percibió un sonido tan tenue como familiar. Lo extraño del momento paralizó su marcha. Volvió sobre sus pasos. Fue enorme su sorpresa cuando entre unos cartones encontró una criatura de pocos días llorando y temblando de frío.
No lo dudó un instante. Ante lo inesperada de la situación, recurrió a su superior, Antonio Márquez, conserje y encargado de la zona de billares. Antonio, casado y sin hijos, no se lo pensó y dio un paso al frente. Se ofreció el primero a prohijar al niño. Los socios del Club acudieron en un instante. Ya el revuelo era enorme. La señora de la casa cercana se hizo cargo de la alimentación del niño. Otro socio exclamó: “¡Y precisamente hoy! Hoy es el día de San José. Sería un buen nombre para la criatura”. La policía y el juez no tardaron en acudir. Antonio Márquez seguía atento la evolución del acontecimiento. Pensó en su mujer. ¡Qué ilusión criar a este niño¡ Ahora llegaba el momento de la verdad. La llegada de los reporteros gráficos, del célebre fotógrafo Serrano que, sin pausa alguna, comenzó la serie de instantáneas. Pero Antonio Aguilar, el botones del Mercantil, ocupó el lugar principal, era el héroe que había salvado la vida al niño. Si él no hubiese escuchado su llanto, hubiese muerto de frío. Escalofriantes noticias acaecidas días antes habían generado una sensibilidad especial en la sociedad sevillana. La decisión del Círculo Mercantil fue unánime. Sobre la marcha. Antonio Márquez y su mujer cuidarían del niño. Un niño que en pocas horas ya había provocado una explosión de generosidad entre los socios. Se contaba ya con una importante suma de dinero para que pudiera disfrutar de una vida sin necesidades. Era algo insólito en tan poco tiempo. El Círculo Mercantil, una entidad siempre vinculada a la caridad cristiana, contagió su entusiasmo a la cercana Hermandad de Pasión. El Hermano Mayor decidió celebrar el bautizo con la mejor de las disposiciones. Como si de un príncipe se tratara. Pero ahí no quedó todo. La gente de la calle, vecindario, transeúntes y comerciantes deseaban que la celebración festiva después del bautizo no tuviese nada que envidiar a ninguna otra.
Ese muchacho de quince años, Antonio Aguilar, botones del Mercantil, vivió uno de los momentos más impactantes de su vida. Más que nunca, sintió que pertenecía a una gran familia. Los compañeros, los socios y demás visitantes lo buscaban para que, una y otra vez, les refiriese con todo detalle el misterioso encuentro. Pero, Antonio guardó sus mejores palabras ante la inminente llegada del mejor periodista del momento. El Sr Quiñones, redactor del Noticiero Sevillano, quería escuchar en primera persona el enigmático relato. Sin olvidar ningún detalle. Antonio Aguilar se hizo famoso durante unos días. No solamente en Sevilla sino que la prensa de toda España había recogido con agrado la noticia del “niño de Mercantil”. Guardó, como un tesoro, en su casa el ejemplar del periódico donde se inmortalizó el suceso. Hoy sabemos, que vivió siempre vinculado a la entidad. Entregado siempre a su familia, pero antes que nada a la generosidad con el prójimo. Una vida volcada a los demás, a los más necesitados. En aquellos días, el Círculo Mercantil mostró a la sociedad sevillana sus verdaderos valores humanos. Unos valores que trascienden más allá de los aparentemente comerciales. La historia del Mercantil rebosa de importantes acontecimientos históricos. Estos, en cambio, tienen el carácter de temporal y pasajero. Con este episodio dejamos patente la existencia de otra historia del Círculo Mercantil, repleta de entrañables momentos, quizá menos conocidos y relevantes, pero dotados de los más nobles ideales humanos”.
Imagen tomada durante la visita a casa de Mariola Aguilar, hija del botones, que dio a conocer esta historia y facilitó la portada original del “Noticiario Sevillano”